domingo, 22 de abril de 2018

Decide bien.

Soy una mujer que desde niña aprendió a estar sola y a disfrutar de esa soledad. Aunque muchos no lo crean, siempre he sido una persona antisocial.

Los niños me caían muy mal, me aburrían y desesperaban; ahora, los adultos me caen aún peor. Me cuesta mucho trabajo estar en algún lugar rodeada de personas sin dejar de analizar todos los comportamientos que tienen. Me molesta que las personas desquiten su infelicidad con el resto.

Paradójicamente, una de las cosas que más disfruto es C O M P A R T I R. Amo  compartir, desde una sonrisa con un desconocido, hasta mi libertad.

Quienes realmente me conocen, saben que he compartido y sigo compartiendo todo de mí, lo bueno, lo malo y lo peor. Sin embargo, una de mis lecciones de vida más importantes (y en la cual sigo fallando), es decidir acertadamente con quién compartir eso.

Incontables y dolorosas veces he decidido muy mal con quién compartir un pedacito o un pedazote de mí.

El problema viene cuando la otra persona no logra entender lo valioso del hecho. Esto es, que alguien abra su alma para regalarte un cachito de vida.

Duele cuando decides compartir lo peor de ti, lo que más te avergüenza, lo que más te lastima, lo que nadie más sabe; duele cuando compartes experiencias que son un tesoro para ti y pisan todo como hojas secas.

Volví a caer en la trampa, volví a creer, volví a compartir y me volvieron a restregar un: decidiste mal, otra vez.

Debo aprender a decidir mejor, debo ser más celosa conmigo y lo que tengo para compartir, debo guardar la llave de mis tesoros más grandes en un lugar seguro.

Me volví a caer, esta vez de una manera muy diferente, inexplicable e inentendible para mí... Fue algo nuevo, sentimientos que nunca antes había tenido y, aquí estoy otra vez, buscando todos los cachitos de mí que quedaron regados para volverme a pegar.

jueves, 29 de marzo de 2018

Palabras.

'Un hecho vale más que mil palabras'... ¿Tu primer pensamiento fue un: 'sí, por supuesto?

He pensado mucho sobre el tema ya que en innumerables ocasiones me han inundado de palabras sin hechos o acciones a medias  y no, no es algo que me guste, quiera y -mucho menos-, disfrute.

Esa enclavada afirmación (conveniente a mi punto de vista), ha generado palabras perezosas, comodinas y sin una intención genuina de ser dichas, pues al final, todo se resume 'a los hechos'.

No, para mí es rotundo no.

Las palabras tienen el mismo valor y el mismo peso que las acciones. Cuando llegan a los oídos de alguien, literalmente entran a esa persona y comienzan a hacer de las suyas. Una palabra puede cambiar el mundo de alguien, para bien o para mal, así de poderosas son.

Las palabras son la antesala de tus actos y preparan el terreno... Las palabras pueden abrazar y hacerte cosquillas, incluso pueden perdonar, pero también te pueden apuñalar.

Hablar sólo por hablar, decir sólo por decir, total, mañana ya se olvidó... No, no se olvidan, retumban igual (incluso a veces más) que la acción.

Las palabras importan, y mucho... Las debemos cuidar, no desperdiciar. Las palabras implican compromiso y mucha, mucha atención.

martes, 20 de marzo de 2018

La década inevitable.

Parece que fue ayer cuando decidí abrir este blog... Fue hace casi 10 años con Garo, un amigo de la universidad que la ha hecho de todo en mi vida.

La idea inicial es que fuera un catalizador de emociones, sin embargo, leyendo algunas entradas pasadas, me doy cuenta que era un gran bomba de gasolina para cualquier suicida.

Leí al azar, me sentí avergonzada, pensé en los nuevos lectores y en el 'oso' que me va a dar que lean todo mi 'cruel' pasado; me pasó por la mente darles delete o hacer un blog nuevo, siendo sincera.

Caray, ahora lo veo, era toda una imberbe neófita jugando a ser la niña grande... Espero me entiendan, pues creo (o al menos eso quiero creer), que todos hemos vivido esa etapa de azote en nuestras dramáticas vidas.

Ya después de algunas risotadas y de que mi mente se llenara de minutos inagotables de 'en qué estaba pensando', decidí dejar todo tal cual está... Hacer lo opuesto sería la ruta fácil para evitar ver todo lo que no me gusta/ gustó de mí en años pasados y no, así fui y gracias a ello, ahora mi vida es completamente diferente (malo si siguiera en la misma línea).

Pues bueno, aquí estoy, de nuevo y muy feliz, reviviendo la Botica Emocional.

Re-bienvenidos a los viejos y bienvenidos a los nuevos.

PD. Si eres un antiguo lector, prometo que la línea editorial será diferente... Si eres nuevo, recomiendo no leer nada anterior a esta entrada. No me hago responsable.