En general, cuando la gente me conoce uno de los principales calificativos que me enjaretan es el de 'sociable'. Algunos han dicho 'admirar' la soltura con la que me desenvuelvo frente a la gente; otros dicen que la pena es una palabra que no se encuentra en mi vocabulario, que no importa si conozco o no a la gente, siempre sacaré la plática, la risa y el buen momento en donde esté y con quien esté...
Puede que sea verdad... los extraños me dan mucha confianza y no tengo mayor problema en mostrarme tal cual soy, conozca o no a quien tenga en frente (esto me ha ocasionado muchos problemas con ex novios, familia, amigos, conmigo misma).
Toda esa 'apertura' de mi ser no sirve de nada cuando en verdad la requiero... cuando tengo que hablar y no sólo decir. Hace dos semanas aproximadamente, en una de esas charlas nocturnas vía msn, mis sentimientos encontraron la llave de su celda y se escaparon sin decir nada más. No sé si fueron tres o cuatro horas las que estuve reviviendo con mi hermana mis últimos meses de vida.
Al terminar esa videollamada donde los únicos testigos eran Macleta, mi hermana e internet, yo me sentí tan bien, tan feliz, tan descansada... entendí por qué los psicólogos se hacen millonarios y por qué sigue yendo gente a confesarse... sin duda hacerlo con una hermana es la mejor opción que se puede tomar, convencida estoy.
No sólo me sirvió hablar sino también escuchar. De repente estamos tan enfrascados en nuestro mundo, en nuestra burbujita de jabón que no vemos cosas obvias, no vemos las red flags que nos advierten que algo no anda bien... Fue como si me hubieran puesto cloro en los ojos (qué rara analogía), todo comenzó a desmenuzarse.
La principal enseñanza que me dejaron esas horas frente a la webcam: HABLAR, sí. Irónicamente no puedo hablar en ciertas situaciones y con ciertas personas; todas esas cosas de que soy sociable y la pena y la franqueza y decir las cosas como van y... bueno.... eso que ya saben
Ella me hizo ver no sólo lo que tenía en frente sino lo que no quería ver y ya sabía. Lo que necesitaba para dejar de sentirme así y lo que debía hacer era hacer uso de las palabras, tenía que hablar, era ur-gen-te... Compartir con mi hermana todo lo que guardaba me ayudó a quitarme ese grillete que detenía no sólo a los enunciados, sino también a las emociones, a los pensamientos... Tal vez no lo logré del todo, pero sí di ese pasito... Sí, falta mucho camino por recorrer aún, muchas palabras qué decir, muchas emociones que sacar, muchos candados por abrir... pian pianito... no hay que desesperarse...
La pregunta silenciosa: ¿Por qué sólo con ciertas personas me pasa esto?
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