Gracias Polanco por tener sitios de taxi en cada esquina y por haber uno justo en la esquina de mi casa; gracias al señor que me despertó en la mañana informando que mi oso había aparecido, sano y salvo y sin rasguños...
Mi corazón está de regreso y ahora sí, jamás lo perderé!! Soy feliz!!
La pregunta perdida: ¿Ahora qué hago con tanto juego de llave?
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