Por invitación o por convicción, desde hace ya un tiempín se me ha hecho costumbre convivir con los amigos el día viernes...
Que el cumpleaños de no se quién, que hace mucho no nos vemos, que se armaron las chelas, que para sacar el estrés laboral, que vamos a seguirla... Inimaginables razones se pueden encontrar para decir salud; siempre habrá alguien que también quiera chocar los vasos, reír, bailar, simplemente compartir.
Eso me parece algo sano y buena onda, sin embargo, yo no me quedo sólo con ese momento sino que sigo y sigo y sigo y de repente ya son las 8 am del sábado y yo sigo diciendo salud... Consecuentemente el sábado es un día perdido porque despierto a las 5pm pensando que es medio día...
Lo peor de todo es que se avecinan viernes muy importantes, específicamente el 26... no me emociona tanto la verdad, como ya he expuesto creo que no será un buen cumpleaños (otra vez el maldito sexto sentido) pero eso sí, de que brindaré, brindaré...
Ya no quiero viernes de terror, quiero como antes, salir de la oficina y llegar a casa a descansar, a leer, tal vez pasar por un capuchimoka frío, escuchar un buen jazzesito, escribir... Los viernes de terror son como mi válvula de escape y ya no quiero que sucedan, quiero estar con Julietita a solas, ya no me quiero esconder ni huir de ella...
Debo re-aprender a enfrentar mis emociones, disfrutarlas, vivirlas, eso lo sabía hacer muy bien y no sé en qué momento me dieron miedo, me di miedo y comencé a escapar de todo eso que sentía... Tan sabroso que es moquear o reír o gritar o enojarse con plena conciencia y no sólo por una situación de 'dejarse llevar'... Los Viernes de Terror son eso... 'dejarse llevar'.
Pasará el 26, luego el 3 y luego el 10...
La pregunta vierneril: ¿Cuántos viernes de terror más habrá?
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