Hace mucho tiempo no disfrutaba tanto una cena... darme cuenta que no estoy sola y que aunque creo que ya harté a la gente con tanto lloriqueo, siguen pasando por mí y llevándome a cenar para hacerme olvidar lo inolvidable...
A veces (muy frecuentemente) me olvido de todo lo que tengo, de lo que soy, de lo que puedo hacer y de lo que me falta por hacer... la gente que en verdad me quiere siempre me lo recuerda y no está mal aceptarlo... al contrario, no deberíamos olvidarlo.
El por qué no deja de zumbar en todo mi cuerpo, sin embargo, y como hoy me lo dijeron con una bohemia oscura, nosotros nos morimos en la raya... hicimos lo impensable, dimos de más sin esperar... nosotros no tenemos de qué arrepentirnos ni tener remordimientos de nada, nosotros sí lo hicimos bien, al menos sinceramente.
Debemos aprovechar lo que muchos no tienen: pasión por la vida, por la gente, la música, el amor... el meollo de todo es encontrar a gente igual de apasionada, que se quiera morir en la raya, que haga lo impensable, que dé hasta lo que no tiene sin esperar, que no se arrepienta y que no se remuerda... que esté segura de que lo que hizo fue lo mejor.
Siempre tenemos similitudes, siempre nos buscamos cuando nos necesitamos, siempre nos abrazamos cuando hay que abrazarnos, siempre estamos ahí y sí, no podemos evitar la chilladera ni pensar en que las cosas pudieron haber sido diferentes... no podemos evitar recordar y volver a chillar y preguntarnos ¿por qué? pero ahí seguimos... cenando y haciendo un equipo de relevos para salir adelante...
La pregunta para cenar: ¿Por qué el ser humano siempre decide por la infelicidad y la comodidad en lugar de luchar por su felicidad, morir en la raya y decir YO lo hice?
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